jueves, 14 de mayo de 2009

Pobre don Juan Carlos

Lo de la final de la Copa del Rey de este año clama al Cielo. Qué vergüenza... ¡qué vergüenza!

Ya antes del partido, Juan La Puerta decía la majadería de la que se hacía eco mi compañero Juan en el anterior artículo. Pero bastó que entrara Su Majestad en el palco de Mestalla para que continuara la fiesta del independentismo rabioso y maleducado: abucheos. Don Juan Carlos aguanta el tirón. Pero con el himno vuelve la ingratitud de los infelices aficionados de los equipos finalistas de la Copa del Rey (del Rey de España): pitos. La grada ejecuta patética la rebelión de las masas: banderas independentistas catalanas por doquier.

Fin del partido. El justo vencedor sube a por la Copa. Su Majestad, curtida ya en estas lides, pone la mejor de sus sonrisas mientras el capitán sube a la barandilla junto a otros compañeros y, no sólo dándole la espalda, sino poniendo además sus nalgas a la altura del rostro del Jefe de Estado, levanta el título.

Señor La Puerta: ¿ve usted las consecuencias de sus declaraciones? Sea usted, por favor, un poquito responsable.
PAT

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