Aquel 2 de mayo murieron muchos españoles, pero también comenzó una guerra. Una guerra en defensa de nuestra independencia. Dependíamos y dependemos de nosotros mismos porque teníamos y tenemos nuestra propia identidad, conformada por unos caracteres y valores forjados a lo largo de una Historia. Y con eso no se juega.
Hoy nos enfrentamos a intentos de acabar con nuestra identidad más sibilinos, pero no por ello menos eficaces. A veces, el enemigo que quiere destruirla está dentro. Y ése sí que puede conseguirlo. Dicen que el próximo 6 de junio será aprobada por las Cortes la nueva ley del aborto. Este paso oficial no podremos impedirlo... pero sí podremos protestar, y protestar hasta la saciedad, porque de lo contrario seremos juzgados por las generaciones futuras de haber abdicado el poder de conformar nuestra identidad en favor gente extraña a nuestros valores.
Podrán acusarnos de haber dejado España en manos de los franceses del siglo XXI, transformados en cómplices encubridores de las tropelías de las menores aborteras y, sobre

PAT
es necesaria esa batalla... por que sino caeremos en picado
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