Recuperado del dolor de estómago que me causó ver a la Trini y a la Bibi anunciando juntas que cualquiera podrá comprar libremente, sin receta, la píldora "del día después", me dispongo a analizar un poquito el asunto.
Como lo primero para ponerse de acuerdo en algo es hablar el mismo lenguaje, empezaré por una precisión. El dúo fémino-progre hablaba ayer de la píldora del día después sin parar. Más aún, la Trinidad laica exhortaba laicamente a que la píldora no se convirtiera en "un método

En segundo lugar, sigo sin lograr entender cómo es posible que la Ministra de Igualdad se dedique a fomentar la desigualdad entre las mujeres y sus hijos nonnatos. Claro que cuando una Ministra de Sanidad se dedica a promover los medicamentos que acaban con ella, todo es ya posible.
Pienso, en tercer lugar, que la señora Jiménez está comprometiendo muy gravemente su conciencia, cuando se atreve a difundir a diestro y siniestro inexistentes características de la píldora que llaman a la confusión en la distinción entre anticoncepción y aborto.
Así que, con este panorama de por medio, quede claro que seguiremos plantando batalla. Del enemigo el consejo: ¡No pasarán, no nos moverán!
PAT
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