lunes, 23 de marzo de 2009

Protege mi vida... Bernat!

Hace más de dos mil años la Iglesia primitiva condenaba la degradación moral que suponían ciertas costumbres romanas, entre ellas las batallas de los circos, y pagaba su "atrevimiento" siendo echada a los leones.

Aquella opinión divergente de la de la mayoría resultaba molesta para muchos: a unos les aguaba el divertimento semanal y a otros les estropeaba la vieja táctica del panem et circenses para distraer al pueblo y poder mangonear a sus anchas.

Pero la semilla cristiana muerta en la arena romana en honor a la verdad dio como fruto la paulatina y masiva conversión de los que poco antes perdían la garganta y el alma en las gradas del Coliseo. La sociedad cambió para bien gracias al testimonio vital de unos pocos hombres. Hoy nos escandalizamos, con razón, de aquella aberración promovida desde el poder. Y admiramos a los que tuvieron el valor de oponerse a ella.

Pienso que la historia, a día de hoy, se sigue repitiendo: aborto, eutanasia y demás locuras de la cultura de la muerte son en nuestra sociedad el nuevo circo, las nuevas vomitonas y las nuevas orgías: son las aberraciones del siglo XXI. Y, una vez más, ya está la Iglesia amargando la fiesta, que diría alguno. Bendita aguafiestas, digo yo. Porque dentro de unos años (quién sabe si serán siglos) la generación que nos juzgue encontrará al menos un pequeño rincón de humanidad al repasar nuestros días.

Y admirarán a los que se oponían a tales barbaridades, y se reirán de un tal Bernat Soria, uno de los linces protegidos de aquel tiempo, que bramaba rabioso contra la Iglesia "porque sigue un camino distinto del que sigue la sociedad". A Dios gracias, al menos para casos como éste.

Y es que hay quienes que nunca entenderán que la Iglesia no está para agradar a los hombres, sino para guiarles y acompañarles en el camino hacia la Verdad. A la Conferencia Episcopal Española, desde aquí, muchas gracias y enhorabuena por la valiente campaña "Protege mi vida".
PAT

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