viernes, 5 de junio de 2009

La última gilipollez

Amaya Montero y Carles Sanz son los padrinos, Pedro Zerolo el cura y Cayetana Guillén-Cuervo y Omar Ayashi los padres, con la pobre víctima del hijo de éstos, Leo, de tan sólo tres años.

En el absurdo intento laicista de crear una España sin Dios pero manteniendo sus tradiciones, primero les dio por llamar matrimonio a la unión entre personas del mismo sexo, y la última gilipollez por la que les ha dado es la de celebrar "bautizos civiles" o "bienvenidas democráticas" o si lo prefieren, por qué no, podemos llamarlos también "matrimonios".

Estos disparates se podrían describir como tales desde numerosos puntos de vista, pero prefiero centrarme en estas líneas en uno de los que me parecen más graves: el jurídico.

Si los grandes juristas que ha dado España levantaran la cabeza (algunos todavía viven, pero, cobardes, no la levantan de sus libros, de sus ombligos o de alguna que otra política entrepierna) se preguntarían qué narices entendimos de sus lecciones magistrales. Porque el Derecho Civil -esencia del Derecho- no es un capricho, unas normas que se establecen arbitrariamente y que, al igual que son unas, podrían haber sido otras, sino que responden a la recta ordenación de la realidad conforme a lo que la honrada razón entiende que es justo y conforme a la naturaleza humana y a su dignidad. Ésto, en cuanto al al "matrimonio" entre personas del mismo sexo.

Pero nuestro gobierno de bachilleres no sólo no entiende de Derecho Privado, sino que también, a golpe de ignorancia, de hoz y de martillo, va detrás de difuminar o, quizás de saltarse a la torera, lo que toda la vida hemos entendido por Derecho Público. La próxima propuesta que promoverá el señor o señora (no sé bien qué rol habrá escogido en su nueva vida) Zerolo será la creación de un registro de "bienvenidas democráticas".

Vamos a ver: primero, el bautismo canónico, al igual que cualquier esperpéntico intento de imitación "por lo civil" de las formas -al fondo no llegarán nunca- del mismo, no produce efecto civil alguno; segundo, los registros son instrumentos públicos que tienen como misión dar publicidad a aquellos hechos que tengan relevancia a efectos civiles; conclusión: es absurdo crear un registro civil de "bienvenidas democráticas" (da vergüenza emplear esta expresión).

Dicho de otro modo: el "bautismo civil" es algo de interés estrictamente privado, sin consecuencias en la vida pública y, por tanto, es absurdo invertir el dinero de nuestros impuestos en dar publicidad a algo que no es de interés público.

Así funciona la inteligencia: dando un paso detrás de otro, y no tratando de imponer tozudamente extraños clichés ideológicos. Quedamos en espera de su próxima ocurrencia, señor Zerolo y señoritas varias de la farándula hispanocateta.
PAT

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